sábado, 1 de enero de 2011

El Año Nuevo y los logros viejos

Amaneció el 2011. Algunas cosas cambiaron, como el calendario de mi sala y la presidencia de Brasil. Lo que no cambia va desde el Desfile de las Rosas en la tele hasta la violencia contra los cristianos que brota cada diciembre alrededor del mundo.

A nivel personal me pregunto: ¿Sigo siendo el mismo que veía en el 2010 un lienzo en blanco para derrochar obras de arte? Espero que sí. Auditar los resultados obtenidos no tiene sentido si la actitud no es la de seguir trabajando en el desarrollo personal de forma ininterrumpida.

El cambio de año debe ser algo más que un dato histórico, o una fiesta cualquiera. Es una oportunidad de analizar logros, realizar cambios y mirar con satisfacción el año que entregamos, rindiendo cuentas a nuestra propia conciencia. Y aunque no tengo nada de qué quejarme, tampoco tengo por qué detenerme.