viernes, 22 de enero de 2010

En defensa de la Finca El Espino

El pasado 6 de diciembre tomé una decisión de la que no me arrepentiré. Esa mañana, llevé a mi sobrino Diego, de ocho años, a conocer el Ecoparque El Espino, en las afueras de Antiguo Cuscatlán. Entrando cerca del Polideportivo de Ciudad Merliot, dimos una larga caminata que nos tomó una hora, pero que nos dejó más de lo que nos costó. Al ascender por la vereda, respirando aire puro y oyendo el canto de pájaros únicos en la región, disfrutamos todo aquello que nos desean arrebatar. ¿Quiénes? Pues los mismos de siempre. Hace pocos días, las noticias nos recordaron la añeja insistencia de los dos alcaldes areneros de la zona metropolitana (de San Salvador y Antiguo Cuscatlán) en crear el "Parque de los Pericos" en 129 manzanas de la finca, según ellos, para "protegerla, respetando los requisitos del Ministerio de Medio Ambiente". Aunque según se ha declarado, ni siquiera han presentado el formulario ambiental correspondiente. Y nuevamente surgen las preguntas. ¿Qué buscan? Si desean protegerla, ¿por que autorizan tantas construcciones? ¿Y de qué sirve ahora construir un parque, si es mejor ampliar el Ecoparque? ¿Será que desean aprovechar para construir algo más junto a su parquecito? ¿Un acuario, quizá? De sobra está manifestar que me opongo. Alterar este ecosistema es poner fin al agua que todo el Gran San Salvador consume. Un pulmón natural, hogar de especies en peligro de extinción, debe mantenerse intacto. Lo más importante del paseo, sin embargo, es que mi sobrinito comprendió la importancia de defender la naturaleza y lo mucho que podemos disfrutarla.

Ahora el pequeño Diego también defenderá la ecología.

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