lunes, 14 de noviembre de 2011

Por qué no creo en los candidatos independientes

Para desprestigiar algo, es necesario asignarle primero un mote. Así, nació el término "partidocracia", en relación a nuestro sistema electoral basado en la existencia de partidos políticos.

Pues desde hace varias semanas, tal élite ya no existe. Gracias a una resolución de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, ahora ya son permitidas, e incluso favorecidas, las candidaturas independientes, sin necesidad de afiliación a ninguno de los tradicionales entes electorales.

Esta innovación en el voto ciudadano se verá plasmada en la papeleta. Una extensda sábana con la fotografía del candidato y con menos presencia de las banderas. Un cambio que vaticino será nocivo. Uno conoce a los partidos. Cada uno proclama a los cuatro vientos sus principios y sus orientaciones ideológicas son claras, mientras que los sin-partido entran al ruedo sin hablar de sus creencias pragmáticas, pero escudándose en el lema de "no soy un político" mientras, irónicamente, piden el voto.

Me llamarán "partidócrata", pero quisiera encontrar un motivo por el que le confiaría mi ciudad o mi nación a alguien que, trabajando como político, niega ser uno. A fin de cuentas: Banderas vemos, corazones (de independientes) no sabemos.

"Ya voté, pero no hallo dónde meter la papeleta."
(Foto tomada de Flickr.)