viernes, 19 de febrero de 2010

Un chero en Tela, Honduras (parte 1)

Fueron meses los que dediqué a investigar. Horas las que tomé para decidir si valía la pena. Y toda una vida necesitaré para olvidar el viaje que realicé hacia un lugar de leyenda, ubicado en la costa atlántica del istmo centroamericano. Tela, un pequeño puerto en la república de Honduras. Lejos del lujo artificial de otros rincones más famosos (como Roatán, en esa misa zona geográfica). Sol, aguas de color turquesa, arenas blancas, gente alegre, platillos exóticos, el atractivo de la cultura garífuna… Todo resultaba demasiado irresistible para un empleado de oficina ávido de viajar. A diferencia de mi llegada a Copán, este viaje a Honduras sería por cuenta propia, sin agencias turísticas. "Mochileando", sería el término. Y no sería en solitario: por primera vez me acompañaría mi padre, a quien decidí invitar varios meses antes. Esto me hizo tomar unas consideraciones especiales. Primero, minimizar la cantidad de buses a tomar. Dos, evitar contratiempos en las fronteras. Al final, descubrí que podía efectuar el viaje en dos buses: uno desde San Salvador (mi ciudad) hasta San Pedro Sula (ya en Honduras) y otro más hacia Tela. Sin mencionar que todo ese viaje me tomaría exactamente nueve horas. Así, dotados del espíritu más aventurero del mundo, salimos hacia Puerto Bus, en San Salvador, donde un bus de la empresa "King Quality" (la única que lleva directo a San Pedro Sula) partiría a las siete de la mañana. Me la habían recomendado por tener una atención de primera y una misteriosa puntualidad, todo a 41 dólares por persona. Por la carretera principal, fue serpenteando entre montañas y nubes espesas que blanquearon nuestra visión en más de una ocasión. Aire acondicionado, desayuno, bebidas frías y tres películas a bordo nos ayudaron a aguantar un encierro de siete horas. Los diversos poblados que cruzábamos nos mostraban una realidad muy cercana a la de nuestro país, pero no igual. Para un país con un nivel mayor de industria como El Salvador, ver Honduras es como ver un pasado envidiable, cuando había más parajes inmensos de naturaleza acogedora y menos deforestación. El largo recorrido llegó a su fin cuando se empezó a divisar el ajetreo de San Pedro Sula, segunda ciudad en importancia del país. La travesía acabó justamente a la entrada de la ciudad, en la sorprendente Gran Central Metropolitana.



¿Hasta dónde me llevarán mis aventuras? Hasta yo me sorprendo.

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